Exposición: Zaldívar – Retratos
“Polvo serán mas polvo enamorado»
En esos polvos de colores, excitados en la cumbre de su estudio juvenil, recibía Emilio a sus conquistas y espolvoreaba por doquier sus arenillas, entre retratos y poses, cuerpos languidecidos tras la excitación posesa, y actitudes que desoyen los paraninfos porque sólo valen para Ninfas. Zaldívar no sabe dibujar, eso dice, yo diría que es un pinta: solo pinta.
Es un lujo, un privilegio, asistir al comienzo de sus cuadros —algunos lienzos más grandes que él— y verle, pasteleando, insistiendo, recargando, todo curvas, todo intensidades, poetizando la tierra, porque lo sabe hacer todo y no se quiere especializar en nada; nunca quiso ser maestro, le basta con ser artista y… divino.
No se puede concebir la pintura de Emilio sin el sexo, sin lo carnal, los polvos mojados, espesos de carga pictórica, en donde es importante percibir relieve de color en la pintura, color exagerado, como interpretación figurativa de la pasión; todo, destinado a esa pequeña trampa, a ese recorrido que nos lleva, saltando por recordatorios de colores, a ese lugar escondido, donde se desvela el genio del pintor Emilio Zaldívar, que te quiere llevar “allí donde no estás, allí donde te espera, tranquila y anhelante la mirada”.
Zaldívar o el pintor de la mirada. (Ignacio Gárate Martínez)